lunes, 28 de julio de 2008

El campo y sus enseñanzas

Con la votación del día 17 a las 4.25 en el Senado de la Nación, contraria a la ratificación de la Resolución ministerial Nº 125, que imponía nuevas retenciones a la producción agrícola, se cerró un capítulo de la dura controversia entre el país agrícolo ganadero y el gobierno nacional.
Desde el principio esta modesta hoja, expresión del espíritu vecinalista, declaró su preocupación por la suerte del campo, también en Luján, y quienes en el Concejo Deliberante representan la misma orientación política abogaron también por la adhesión al sector afectado por la medida, y por la apertura de un espacio para el diálogo que parecía faltar, señalando la importancia del sector en nuestro suelo local.
Cabe ahora, cualquiera sea la suerte que corra de aquí en adelante esta cuestión así planteada, consignar algunas reflexiones.
Una, es que la Argentina, país privilegiado por muchas cualidades de suelo, clima, situación geográfica, tradiciones, cultura, población, merece una cuidadosa reflexión acerca de las obligaciones que sus habitantes tenemos acerca de la respuesta personal y comunitaria que esas circunstancias – que nos han sido dadas y hemos recibido al nacer aquí – nos imponen para hacer de ella una patria que nos acoja a todos con generosidad y justicia, y no una cancha para dirimir diferencias que siempre resultarán miserables.
Otra, es que el proceso final de la cuestión retenciones ha sido institucional, una vez encauzado por donde debió haber comenzado: el Congreso de la Nación, único constitucionalmente señalado para disponer el sistema fiscal. Tan institucional, también, que habiéndose producido un empate en el Senado, cámara revisora, entre ambas posiciones contrapuestas, decidió el solo voto del Presidente del cuerpo. Porque así lo dispone la legislación.
Que el Presidente del Senado sea, a la vez, Vicepresidente de la República, no le impone presuntos deberes de convenientes lealtades personales. En todo caso, sí la lealtad a su propia conciencia. La lealtad a su propio saber y entender.
Ahora, de este modesto principio, corresponde adoptar, todos, una actitud temperalmente campesina:
La semilla está echada, la tierra abierta; la ocasión es buena, porque de esta circunstancia todos debemos haber aprendido. Ahora hay que regar, sacar la maleza de nuestros resentimientos, aportar el abono del trabajo, vigilar atentos la lluvia de las buenas ocasiones, cumplir – todos, empezando por los grandes - fielmente la ley sin excepciones, trampas ni delegaciones funestas.
Y esperar. Esperar activamente Los lujaneros tenemos Patrona. También lo es de la Argentina.

No hay comentarios: